Cada vez que entra un paciente
nuevo a mi consulta lo primero que pienso es, cómo piensa esta persona que va a
solucionar sus problemas. Mucha gente todavía piensa que los masajes son
nuestra herramienta principal y que, si no les haces daño, no estás haciendo
nada. Por suerte, no es todo el mundo, y muchos cambian de opinión cuando recibe
un tratamiento personalizado y adecuado a sus circunstancias. Pero es una
batalla dura, las expectativas son muy importantes y es difícil, en algunas
personas, conseguir redirigir su pensamiento hacia otras alternativas. En
ocasiones, la batalla está pérdida por una limitación de capacidades de
comunicación de ambas partes. Comunicar correctamente es clave en esta
profesión tan llena de zonas oscuras y controversias.
En ocasiones me cuesta encontrar
el camino medio entre el abordaje que considero adecuado y cumplir con las
expectativas del paciente. Lo ideal
sería realizar tu abordaje con pleno convencimiento por parte del paciente de que tu criterio
es lo mejor para él, y eso señores es ser un buen comunicador. En ocasiones,
con algunas personas, es necesario llegar al camino medio; realizas tu abordaje
y terminas con algo que considere importante (como un masaje, por
ejemplo). Cuando uno empieza le cuesta
asumir que hay personas que no son candidatas a tu manera de trabajar.
Falta mucho para que la comunidad
aprenda que la fisioterapia es una profesión de la salud y que no somos
masajistas que cobran por tiempo. Nosotros cobramos por objetivos, como es el
caso de un médico, odontólogo, etc. Las instituciones y los propios
fisioterapeutas deberíamos hacer mucho más para comunicar esta realidad de la
profesión que, en otros países, está más que asumido.
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