Desde el pasado curso realizado en la
universidad de Valencia organizado por la SEFID, por una de las fisioterapeutas
más influyentes y que más han trabajado por una fisioterapia más científica (Gwendolen
Jull), me quedó claro dos conceptos que me han hecho reflexionar.
El primer concepto; tratar no sólo síntomas
sino disfunciones específicas. Algo que remarcó en repetidas ocasiones
El otro concepto; buscar patrones y no sólo
tratar una alteración física aislada.
Las disfunciones físicas pueden ser muy
variadas y cada persona tendrá unas concretas en una fase, estado, situación específica.
Por este motivo el tratamiento ha de ser lo más específico posible. La
valoración de esto puede ser de manera manual y mediante movimiento activo. Lo
ideal sería realizar pruebas con el mayor nivel de evidencia posible. En
fisioterapia actualmente avanzamos hacia la utilización de pruebas que muestran
cierta fiabilidad.
Podemos mediante valoración manual, medición,
pruebas activas, valorar cambios físicos a los que llamamos “disfunciones”, los
cuales nos puede hacer pensar que tiene relación directa o indirecta con el
problema del paciente ya sea por reproducción de síntomas o porque la
evidencia clínica y, muy importante, los datos objetivados, han demostrado
posible relación. Por este motivo debemos pensar en patrones y no dejarnos
contraindicaciones o indicaciones en la exploración y tratamiento.
Uno de
estos cambios trás una lesión o aparición de dolor en un paciente puede ser
cambios en la función de la musculatura cervical, escapular y/o en la
coordinación oculomotor, ojo - cabeza, cabeza - tronco y anomalías de la
estabilidad postural. Se ha demostrado mayor correlación entre personas con
dolor crónico cervical y todavía más, con dolor de origen traumático crónico
(latigazo cervical). La aportación más importante que nos hizo Gwendolen Jull
fue la valoración de las alteraciones funcionales de la musculatura del cuello
con la posibilidad de ser cuantificado y la valoración de alteraciones sensitivomotoras.
Todo esto nos lo mostró con una batería incesable de estudios cuyo mensaje
final es, “valorar estas alteraciones, tratarlas y si en la revaloración
observáis cambios en el movimiento y en los síntomas es la manera de ser
específicos" y no hacer lo mismo para todos ya que ni tiene el mismo resultado,
ni todos muestran las mismas disfunciones, ni el tratamiento tiene la misma
respuesta. Todo ello teniendo en cuenta que debemos centrarnos en los objetivos
del paciente y en que a cada persona le limita en cierta actividad diferente.
De ahí el primer concepto de tratar disfunciones específicas.
Hizo hincapié en el tratamiento multimodal.
Siendo consciente, imagino, de que lo de causa-efecto lineal no tiene mucho
sentido en organismos tan complejos. Buscamos patrones que nos hace pensar en
qué explorar de forma más concienzuda, detectar anomalías y trabajar sobre
ellas. Conocer su efecto sobre el paciente, su actividad y tomar
decisiones sobre su relevancia.
Encontrar patrones es una forma de intentar
ver un boceto de la imagen final y atreverse a adelantar algunos datos del
pronóstico, siempre con cautela. Sin un patrón (hipótesis) en la cabeza no
tiene sentido explorar y menos tratar. No podemos tratar únicamente movimientos
dolorosos, tejidos sensibles al tacto sin tener una idea de cuál pudo ser la
situación o situaciones (circunstancias) que facilitan el estado de alarma del
organismo.
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